Vuelve

 

Vuelve otra vez y tómame,
amada sensación retorna y tómame 
cuando la memoria del cuerpo se despierta,
y un antiguo deseo atraviesa la sangre;
cuando los labios y la piel recuerdan,
cuando las manos sienten que aún te tocan.
Vuelve otra vez y tómame en la noche,
cuando los labios y la piel recuerdan….

Konstantinos Kavafis (1912)

de Magrana Granada

La espiral

De Maria Guilera Benito

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TOT COM CAL

El germà gran, l’hereu, com ha de ser. La noia, massa bonica per quedar-se cuidant la nostra vellesa, ja l’hem casada. I el petit, quina alegria, sense que ni son pare ni jo, que som catòlics però moderns, li haguéssim dit mai res, ens va fer saber l’any passat que volia ser capellà.
Que contents haurien estat els padrins si fossin vius: tot com als seus temps, els néts respectant les tradicions per pròpia voluntat. Cap estirabot, cap daltabaix a la família.

Tot l’any al Seminari. Quan vam anar a buscar-lo per passar l’estiu amb nosaltres, el preceptor ens va dir que mostrava entusiasme, voluntat, intel•ligència.
–És devot, Pare? –vaig preguntar.
L’home em va mirar emocionat, va semblar-me que fins i tot se li enterbolien els ulls darrere les ulleres. Molt seriós, va comunicar-nos que al setembre l’enviarien a la selva amazònica.
–Ha…

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Días extraños

Vale, ok. No tiene mérito. Al fin y al cabo, he hecho lo que hago siempre: obedezco a las vísceras. Si me huele bien, se me inflama la pituitaria y no respondo.

Ahora entiendo… ahora alcanzo a comprender el grado de inteligencia que contenían algunas palabras que me dijeron y que yo no era capaz de ver. Siempre se aprende. Nunca olvido esta máxima. Eso me redime y me faculta para pedir perdón.

Seguro que habrán cosas que me duelan al dejarlas atrás. Pero ahora sólo puedo mirar hacia adelante.

Hace un tiempo (qué relativo es…) quise hacer un viaje. Un viaje interior apoyado en el exterior. En cosas nuevas, en lugares desconocidos. Yo sé, que esto no funciona así. Pero necesitaba sacarme la astilla de debajo de la uña. La cobardía me pudo y acabé en territorio amable, pero conocido. Y me sirvió. Quizá me sirvió más que si me hubiera internado donde nunca he estado, donde nadie me ha invitado, ya que, viéndolo en la distancia (…tiempo relativo…), sólo  habría podido ocupar mis sentidos en no perderme por ahí. Y no es una excusa… pienso hacerlo. Porque hay cosas que siguen escociendo. Pero escogeré un momento mejor.

Días extraños y cambiantes. Incontrolables. Sólo espero que mi instinto no me haya traicionado una vez más… o quizá no lo haya hecho nunca…

de Memorias i memòria

La espiral

Un trosset, un pedacito de esas Memorias, d’aquella Memòria que heu compartit y puesto negro sobre blanco en esta recopilación tan estupenda.

Aquí les presentamos una parte de un tríptico,  de Pilar Meso Vadillo

Tiempos sin lógica

Era de noche porque era invierno, pero no debía ser muy tarde porque aún no me habían mandado a la cama. Mi padre y mi madre apagaron todas las luces, bajaron la persiana del comedor y se pusieron a mirar por las rendijas hacia la calle; para ello tuvieron que arrodillarse en el sofá que estaba debajo de la ventana. En mis cuatro años de persona nunca los vi hacer nada igual, así que pensé que estaban jugando y me encaramé al sofá, intentando ver algo entre las rendijas, pero ellos ocupaban toda la ventana y no me dejaban ver nada, entonces lo oí, un rumor que se acercaba y crecía y se…

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«Si tú me olvidas» Pablo Neruda

Quiero que sepas
una cosa.
Tú sabes cómo es esto:
si miro
la luna de cristal, la rama roja
del lento otoño en mi ventana,
si toco
junto al fuego
la impalpable ceniza
o el arrugado cuerpo de la leña,
todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran pequeños barcos que navegan
hacia las islas tuyas que me aguardan.

Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme
dejaré de quererte poco a poco.

Si de pronto
me olvidas
no me busques,
que ya te habré olvidado.

Si consideras largo y loco
el viento de banderas
que pasa por mi vida
y te decides
a dejarme a la orilla
del corazón en que tengo raíces,
piensa
que en ese día,
a esa hora
levantaré los brazos
y saldrán mis raíces
a buscar otra tierra.

Pero
si cada día,
cada hora
sientes que a mí estás destinada
con dulzura implacable.
Si cada día sube
una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en mí todo ese fuego se repite,
en mí nada se apaga ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos
sin salir de los míos.

Si o No

«La Oruga fue la primera en hablar.

¿Qué tamaño te gustaría tener? –le preguntó.

–No soy difícil en asunto de tamaños –se apresuró a contestar Alicia–. Sólo que no es agradable estar cambiando tan a menudo, sabe.

–No sé nada –dijo la Oruga. Alicia no contestó. Nunca en toda su vida le habían llevado tanto la contraria, y sintió que se le estaba acabando la paciencia.

–¿Estás contenta con tu tamaño actual? –preguntó la Oruga.

–Bueno, me gustaria ser un poco más alta, si a usted no le importa. ¡Siete centímetros es una estatura tan insignificante!

¡Es una estatura perfecta! –dijo la Oruga muy enfadada, irguiéndose cuan larga era (medía exactamente siete centímetros).

–¡Pero yo no estoy acostumbrada a medir siete centímetros! se lamentó la pobre Alicia con voz lastimera, mientras pensaba para sus adentros: «¡Ojalá estas criaturas no se ofendieran tan fácilmente!»

–Ya te irás acostumbrando –dijo la Oruga, y volvió a meterse la pipa en la boca y empezó otra vez a fumar.

Esta vez Alicia esperó pacientemente a que se decidiera a hablar de nuevo. Al cabo de uno o dos minutos la Oruga se sacó la pipa de la boca, dio unos bostezos y se desperezó. Después bajó de la seta y empezó a deslizarse por la hierba, al tiempo que decía:

–Un lado te hará crecer, y el otro lado te hará disminuir

–Un lado ¿de qué? El otro lado ¿de que? –se dijo Alicia para sus adentros.

–De la seta –dijo la Oruga, como si la niña se lo hubiera preguntado en voz alta.

Y al cabo de unos instantes se perdió de vista.

Alicia se quedó un rato contemplando pensativa la seta, en un intento de descubrir cuáles serían sus dos lados, y, como era perfectamente redonda, el problema no resultaba nada fácil. Así pues, extendió los brazos todo lo que pudo alrededor de la seta y arrancó con cada mano un pedacito.

–Y ahora –se dijo–, ¿cuál será cuál?»

Varias veces en la vida (cuando no varias veces al año…) nos sentimos como Alicia con esa Oruga tan poco expresiva… es decir, más perdidos que un chino en Albacete.

A veces hay que relajarse y que fluya hasta que aflore el instinto, porque no se puede hacer otra cosa. Y si huele bien, adelante.

Hoy he leído por ahí que no hay que preguntarse qué va a pasar sino qué voy a hacer. Y no es mala idea. Al fin y al cabo, nadie sabe lo que va a pasar, pero sí se puede decidir qué hacer frente a una situación de indecisión absoluta.

Eso si, porfa… una pequeña pista… porfa, porfa, porfa…

Taxidermia obligatoria

Entró siendo carne, con esa ánima que sólo el cuerpo vivo posee.

Con esa tirantez y ese latido tibio, leve sudor en los tiernos pliegues.

Ese ritmo coordinado y uniforme, cambiante de tempo a cada segundo, al baile de cada emoción.

Le quitaron todo poco a poco: las palpitaciones de la telilla que unía sus órganos, la permeabilidad de la piel, el destello de la mirada, la diversidad de cada zona.

Se convirtió en un maniquí. Se paró el latido.